PRIMER ACTO
Fondo con cortinas bermejas.
Hay formas cónicas en el centro del escenario.
De repente, surge una voz.
Una de las colinas sin cabeza habla.
ESCENA I
Volcán: (Desgarrado)
Las brasas me consumen
y en el ahogo de mi garganta
apenas sopla el viento.
El agua fue derrotada por él,
el fuego, mi iracundo elemento.
ESCENA II
En el mismo escenario
con las cortinas rojas
se encuentra la muerte,
una dama con capa negra y guadaña.
Surge una voz, ajena a la escena.
Narradora:
La capa negra y la guadaña
andaban por la niebla
que gigantes erupciones volcánicas
formaban sobre la tierra.
Millones de años han pasado
desde que la Gran Mortandad
asolara este planeta.
¡Que por si acaso
en aquellas eras
no quiso quedarse ni el gato!
Cuentan que despertaron
gigantes volcanes dormidos
y al desperezarse sus bocas
bostezaron un anestésico aliento.
¿Qué rápida digestión
habían padecido sus tripas
para provocar ruidosas vomiteras
y semejantes eructos?
¿Cuál fue la causa?
Que nadie enferma sin motivo
y los sensibles ciclos naturales
se alteran por fuentes extrañas.
¿Pudo ser una supernova cercana
o tal vez la colisión
de un aguerrido asteroide?
Que si hoy se empacharían
a tutiplén con envases,
no fue entonces sintética
la dieta de los titanes.
No, no, no…
que fue otra la causa,
pues no existe la magia
ni tampoco la brujería
en el diagnóstico científico.
¿Y a quién le gusta empacharse
con gases invernaderos?
¡Donde estén los chutes de oxígeno
que se quiten los atracones
de temperaturas sofocantes!
Los saciados titanes
tuvieron que echar la siesta
porque no había dios que pudiera
con las brasas de sus tripas.
¡Parecían candentes parrillas
echando humo por sus resistencias!
Cuando un gigante abrió el primer ojo
quiso fumar otro largo rato,
pues ya se sabe que un cigarrillo
es un placer después de una gran ingesta.
No contento con el primero
encendió un segundo y luego…
uno, due, tre…, cento.
Como no era amigo de monos,
uno tras otro fumó el adicto
y como era aburrido fumar solo
se formó una gran fumarola,
compartiendo todos, una cachimba.
Para cuando quisieron darse cuenta
el humo había conquistado el todo.
¡Hasta la luna tosía
intoxicada con tanta mierda!
ESCENA III
Solo las cortinas bermejas
y la dama negra.
La dama negra canta un bolero,
un bolero a la vida,
después de que la narradora
enuncie sus últimas palabras.
Narradora:
La capa negra y la guadaña
andan por la niebla
que gigantes erupciones volcánicas
forman sobre la tierra.
FIN
  Susana Cía Benítez 2023
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